Como Dumbledore con su pensadero, me interesa volcar los pensamientos que considero importantes en algún lugar. Uso este blog para no olvidarlos, para recurrir a ellos de forma más explícita y menos distorsiva que en la mente misma, y también para compartirlos. Aunque no escribo específica ni únicamente sobre educación, soy maestra y educadora de alma, y este tinte estará presente en todas y cada una de mis palabras.
Así, los dejo flotando en el ciberespacio y en la posibilidad de cada uno de adueñarse de estos pensamientos, sin la necesidad de una varita mágica, pero con el requerimiento de una suspicacia particular.



miércoles, 17 de noviembre de 2010

Hoy, "La Masa" vs. "Viloni", en el "ring" de una sala de jardín


Polémico, pero muy buen artículo de Daniel Brailovsky, a quien admiro mucho.

Habría que ver como congeniar esta perspectiva (a mí parecer, fundamentada, novedosa y muy interesante), con la realidad en el día a día del jardín. Esa realidad incluye cuidar a los chicos por sobre todo, procurando, entre otras cosas, que no se lastimen, que midan su fuerza, que se ubiquen en el lugar y tiempo en el que se encuentran, comportándose adecuadamente, y aprendiendo todos los días a ser mejores personas.

Pero me pareció especialmente destacable la idea de que los juegos de lucha son CREACIONES de los chicos, casi siempre creativos, y no meras copias de la televisión y los juegos electrónicos (aunque uno como docente tienda a creerlo así y a horrorizarse de que el mundo infantil esté tan infectado de los aparatos electrónicos que nos circundan). Los juegos de lucha y de guerra pueden tener que ver también con cuestiones de moral, de justicia, de heroísmo, de camaradería, que merecen la pena ser tomados como ejes centrales de la formación de los chicos, quienes están evidentemente interesados en estas temáticas (que aún no conocen demasiado), y lo manifiestan genuinamente a través del juego.

Existieron estos juegos "violentos" desde que el juego mismo existe como tal, por más que uno intente erradicarlos; entonces ya que existen, están entre nosotros, se filtran a pesar de nuestros llamados de atención (cuando el lápiz se convierte en espada, cuando la galletita se transforma en pistola, cuando el niño viene disfrazado de "Vicente Viloni" o "La Masa", etc.), sería buenísimo tomarlos como espacios de aprendizaje, reflexión, disparadores de las temáticas ya mencionadas, que forman parte del crecimiento de los chicos.

Con esto no quiero decir que se permita jugar bruscamente, menos que menos tratándose de chicos de 2 a 5 años de edad. Solamente me pregunto si no es más productivo/significativo para nuestra tarea docente reflexionar cuando estos juegos aparecen, antes que reaccionar "aún más bruscamente" y muchas veces más incoherentemente,  llevando a un chico a un rincón "a pensar", por ejemplo. Ayudémoslo a "pensar", en todo caso, guiándolo con preguntas, sugerencias, explicaciones, que será seguramente mucho más efectivo y menos obsoleto, o por lo menos más amigable.

Creo que no se deben prohibir este tipo de diversiones "a priori", pudiendo matizar, a su vez, los episodios que aparecen, dado que muchas veces realmente son creaciones de los chicos y no hay peligro en el juego, aunque sea "de lucha" o "de guerra", y otras veces se está poniendo en riesgo a algún compañero, con lo cual hay que frenar la situación inmediatamente... Inmediatamente, pero no sin una posterior reflexión al respecto. Una cosa no debería quitar la otra.

Ahora bien; se puede decir que existen limitaciones y condiciones reales de cada institución, como ser la opinión de los padres, las indicaciones de los directivos, el miedo al "qué dirán" o "qué juzgarán y malinterpretarán" las familias si algún chico se lastima. Si bien estos son otros temas, que no voy a abordar aquí y ahora, vuelvo a decir lo que dije al comenzar esta nota: la realidad del jardín se trata de cuidar a los chicos por sobre todo, procurando, entre otras cosas, que no se lastimen, que midan su fuerza, que se ubiquen en el lugar y tiempo en el que se encuentran, comportándose adecuadamente y aprendiendo todos los días a ser mejores personas. Esto es lo que yo opino, verdaderamente. Este aprendizaje presupone que sean libres, autónomos, que experimenten diversas situaciones, agradables y no tanto, para fortalecerse como seres pensantes y sensibles, de la mano de los adultos que los rodean y acompañan en este proceso. Este aprendizaje incluye necesariamente oportunidades en las que los chicos podrán lastimarse y se lastimarán. Creo que como profesionales de la educación se debe defender el espacio de la escuela pidiendo total confianza hacia los responsables de los niños en su paso por ella, aun sabiendo que pueden ocurrir accidentes, que siempre procuraremos evitar y manejar de la mejor manera posible. Es por todo esto que no resultaría imposible cambiar nuestra perspectiva sobre los juegos de lucha y de guerra, entre otras cosas, dado que este cambio de perspectiva no haría que los accidentes sucedan más ni menos. Se trata simplemente de estar seguros de que defendemos la educación y alegría de los chicos "a capa y espada", paradójicamente, que pensamos respecto de lo que vivimos día a día con nuestros alumnos y aprendemos junto con ellos a ser cada día mejores personas, aunque se nos escapen algunas situaciones de las manos (cosa perfectamente humana).

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